Teniendo en cuenta que cada 1% de la futura capitalización bursátil de Facebook valdrá aproximadamente 1.000 millones de dólares, y que el valor de las acciones puede oscilar en función de cómo el mercado entienda que está operando la compañía, eliminar los mayores icebergs posibles del camino a golpe de talonario antes de embarcarse en el viaje no parece mala idea.
Si además la operación puede hacerse mediante intercambio de acciones y no únicamente de efectivo -como en este caso, que ha sido una combinación de ambas- mejor que mejor.
Normalmente las valoraciones de las compañías de Internet se realizan en función de la información disponible sobre sus activos y su plan de negocio. Lo más preferible: beneficios netos, brutos, ingresos, número de usuarios activos, registrados, audiencia... por este orden.
Se pueden añadir otros conceptos más etéreos como el posible valor de las patentes que atesore la empresa, la marca, e incluso el equipo humano. Se pueden calcular múltiplos del EBITDA (resultados brutos) y hacer mil operaciones más.
Pero en el caso de Instagram, poco se puede valorar desde fuera, porque esos datos o no existen o no se conocen. Sin embargo, una cosa es cierta: como suelen decir economistas y empresarios, "no es lo mismo valor que precio".
El precio de Instagram de por sí, con su equipo, tecnología, servicio y usuarios puede calcularse de diversas formas y usando muchos parámetros. Pero el valor es algo subjetivo y negociable, como bien sabe quien haya tenido que negociar una compra o venta urgente de un bien escaso. De hecho el precio se conoce: 1.000 millones de dólares.
Facebook ha pagado lo que pedía Instagram e Instagram ha aceptado lo que ofrecía Facebook
Facebook ha pagado lo que pedía Instagram e Instagram ha aceptado lo que ofrecía Facebook, eso es todo. A partir de ahí se puede considerar que cada usuario de Facebook "vale" 33 dólares, o que -como bromeaban en Twitter- cada "foto descolorida de un plato de comida" subida a Instagram vale casi un dólar... pero sería un error.
No obstante, estas operaciones no suelen hacerse sin una justificación económica razonable, y aquí excepto los factores de eliminación de la competencia y de adquisición de una marca y un posicionamiento de mercado hay poco más que rascar: no hay propiedad intelectual, el equipo no llega ni a los 15 empleados, los ingresos son inexistentes hasta donde se sabe y, a las malas, el producto se podría replicar con algo de habilidad en unos pocos meses.
Los inversores que han financiado a Instagram durante sus 18 meses de existencia llegaron en la última ronda de ampliación de capital a pagar 50 millones de dólares por un 10% de la compañía, valorándola en 500 millones. Esto fue
hace un mes más o menos. Facebook ha pagado el doble de esa valoración tan solo 30 días después.
Pero como los expertos saben, que se haya pagado un precio dado por una pequeña parte de algo no quiere decir que el resto de ese algo se pueda comprar o vender al mismo precio. Ni, por supuesto, que "valga" es precio.
Poco antes de salir a bolsa
Los inversores de Facebook, tanto actuales como futuros, estarán por otro lado encantados: de un plumazo, y a cambio de papelitos (acciones y algo de efectivo) han hecho suyo el más temible atisbo de competencia en el mercado de los dispositivos móviles y la fotografía. Otra pregunta que podría plantearse es: ¿Cómo es posible que se haya realizado una operación de esta magnitud si Facebook estaba desde hace más de un mes en el periodo de silencio previo a su salida a bolsa?
Los últimos meses previos a una Oferta Pública de Valores se consideran casi como un "día de reflexión" antes de unas elecciones: la información que las empresas pueden comunicar está regulada y controlada, buscando que no afecte a los inversores y a la valoración que pueden hacer de la compañía. Naturalmente, invertir un 1% de tu empresa en comprar a un posible competidor poco antes de saltar al parqué necesitaría una buena justificación ante los accionistas.
Pero Facebook todavía no está en bolsa. Y tal y como explican los analistas norteamericanos, las reglas de la comisión de valores permiten informar sobre las operaciones de la empresa siempre que se haga sobre "hechos relacionados con la información de negocio" o incluso sobre "previsiones a futuro", aunque no está permitido "darse bombo" con el objetivo de inflar la valoración.
Facebook parece cumplir todos estos matices en la nota sobre la adquisición de Instagram; de otra forma habría puesto en riesgo su propia oferta pública de valores.
Al igual que ha pasado con otras adquisiciones, dentro de unos años será más fácil fácil analizar si la operación ha sido una gran compra estratégica, la adquisición de algo verdaderamente valioso o una sencilla forma de apagar fuegos a golpe de talonario.
Hace unos años se cuestionaba la adquisición de YouTube por parte de Google por 1.600 millones
Recordemos cómo se cuestionó la adquisición de YouTube por parte de Google por 1.600 millones de dólares hace seis años, que ajustados serían más o menos el doble de lo que se ha ofrecido ahora por Instagram.
¿Es Instagram tan valioso como la mitad del YouTube de la época? ¿Hubiéramos pagado lo mismo por la compañía viendo cuál ha sido su progreso desde entonces? ¿Qué habría sido de YouTube sin el respaldo de Google, o si hubiera caído en manos de un competidor? Son todas preguntas con trampa, que confunden valor con precio o hacen hipótesis sobre historias alternativas como las de la ciencia ficción.
En el mundo real lo que cuenta es tomar la mejor decisión posible con la información disponible en cada momento. Y a día de hoy, Zuckerberg ya ha tomado la suya.
VIDEO: Instagram ha cambiado la fotografía